Jessica Badillo
Un antiguo edificio del siglo XVIII en el centro de la ciudad alberga uno de los tesoros más ricos de la capital oaxaqueña, un lugar que no solo muestra distintas exposiciones sino que restaura y conserva una parte muy importante de la memoria textil del estado.
Oaxaca es un lugar conocido ampliamente por su propuesta cultural en cuanto a museos, conciertos, así como otras muestras del talento originario del estado; la mayoría de ellas se centra en cuestiones artísticas como la pintura, la música, el teatro y el cine.
Por ello, un espacio como el Museo Textil, donde se muestra que los hilos y los tejidos no solo son arte sino que encierran parte de la identidad y la historia de los oaxaqueños, surge como una propuesta para la conservación, difusión de diseños, además de procesos creativos en las llamadas artes textiles.
Ubicado en el centro de la ciudad, el Museo Textil comenzó a gestarse a partir del 2006 cuando la Fundación Alfredo Harp Helú adquirió el lugar y al año siguiente comenzó su restauración; en 2008 abrió sus puertas con el propósito de generar un punto de encuentro para diversas propuestas de arte contemporáneo enfocado al textil.
El museo cuenta con tres salas de exposiciones que cambian cada cuatro meses debido a que la materia prima de las mismas (los textiles) solo puede estar en exhibición durante un determinado tiempo sin ser dañada; cuando las exposiciones terminan, las piezas son limpiadas, restauradas si lo requieren y llevadas a sus contenedores para ser almacenadas ya que cada mes de exposición les genera un año de conservación bajo condiciones específicas de luz y temperatura.
Durante la restauración del lugar, el arquitecto oaxaqueño Juan José Santibañez realizó una pared de piedra y tabique rojo que simula la trama y la urdimbre que son los componentes horizontales y verticales del tejido respectivamente, la cual resguarda el patio principal y constituye el principal rasgo del inmueble.
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